Ya sé por qué lloran cuando vienen a Venezuela

The Black Eyed Peas tocaron anoche en el estacionamiento del Poliedro y como en la agencia teníamos unas cuantas entradas de regalo, pues decidimos ir. Realmente, a mí no me gusta la banda, no me sé ninguna canción y tampoco siento mucho aprecio por el hip hop que se hace hoy en día (aunque puedo escuchar con gusto las cosas que ha hecho House Of Pain, Beastie Boys, Rage Against The Machine, Boo-Yaa Tribe, Run DMC y Cypress Hill, por ejemplo), pero debo decir que Fergie canta muy bien y Will.I.am es un showman, que divierte mientras está en tarima.

No haré una reseña por las razones antes expuestas, pero si mencionaré que durante el concierto hubo un par de momentos divertidos, como el tributo-parodia que le hicieron a Guns N’ Roses cuando el guitarrista de la banda empezó a tocar el intro de «Sweet Child Of Mine» y Fergie se volteó la gorra que llevaba puesta y empezó a bailar como Axl mientras cantaba los primeros versos de la canción. Lo mejor de todo es que el tema le suena mejor a Fergie con The Black Eyed Peas que a Axl con los wannabes que tiene ahora. No en vano la señorita Rose lleva poco más de una década tratando de armar un caprichoso disco que al parecer nunca saldrá del studio. Otro de los episodios simpáticos del show fué la improvisación que hicieron sobre la base rítmica de «Seven Nation Army». Nada especial en realidad, pero es que me hizo ilusión escuchar algo de los White Stripes fuera de mi casa. Esto me hizo pensar de nuevo en la posibilidad de ahorrar y tratar de pillar a Jack y Meg en algún lugar del planeta la próxima vez que haya chance. Quizá el año próximo.

La noche también estuvo llena de las típicas cosas que se ven en los conciertos venezolanos: gente revendiendo entradas en la puerta; tipos apoyados por la policía y la Guardia Nacional, que te ofrecían pasarte al concierto sin hacer la cola a cambio de 10 mil bolívares; quioscos de cerveza colapsados, chicas desmayadas antes de que empiece a tocar la banda principal, conflictos de ego con los teloneros, mujeres en falditas que van en busca de una buena metida de mano para luego quejarse cuando alguien se les acerca, artistas que le dicen al público que es el mejor del mundo y pantallas que capturan el momento preciso en que los artistas lloran de la emoción. Lo hizo Gwen Steffani en el Caracas Pop Festival, lo hizo Fergie anoche y lo han hecho unos cuantos artistas más, en diferentes lugares del mundo (por ejemplo, Eddie Vedder durante el primer show de Pearl Jam en Buenos Aires).

Ahora bien, no es que yo sea un desalmado insensible, pero ¿por qué lloran? ¿acaso se sorprenden al ver a la gente coreando sus canciones? Es lógico ¿no? Nadie va a pagar lo que valen las entradas en este país para caerse a birras y no prestarle atención a la vaina. Como mínimo deben saberse las canciones y cantarlas, así sea por fonética. Es por eso que yo creo que las bandas no lloran porque se conmueven con el público venezolano sino que rompen en llanto cuando escuchan a los teloneros que normalmente abren los conciertos en este país. Por ejemplo, cualquier banda de metal va a llorar en tarima luego de ver a Gillman tocar 30 canciones de Arkangel y todas las de su carrera como solista, ondeando banderas de Rock Nacional y disparando consignas políticas a diestra y siniestra, tal como lo hiciera en su Gillmanfest hace un par de años. De repente anoche, Fergie lloró al enterarse que los Caramelos de Cianuro abrirían el show pero se calmó, hizo de tripas corazón y resignadamente se limitó a concentrarse en su concierto. Pero después, cuando le informaron que los Caramelos de Cianuro no tocarían, pues rompió en llanto… pero de la alegría. Y debo admitirlo, yo también lloré y vi a muchas otras personas llorar mientras se abrazaban eufóricamente y celebraban. Era como ver en CNN la caída del Muro de Berlín. Estábamos felices, tanto así que mientras recordaba el episodio me emocioné de nuevo y ahora un par de lágrimas han empezado a correr por mi mejilla y gotear hasta el teclado, así que mejor dejo esto hasta acá y así evito un circuito en la oficina.